Nuestras Webs favoritas

domingo, 31 de mayo de 2015


Con la Etapa 1 los nervios estaban al rojo vivo. Teníamos por delante muchas novedades: Ferry, pisar Marruecos, primera etapa de verdad, primera etapa de regularidad, primer campamento ...

Nos levantaos muy pronto para acudir puntuales a la cita en el puerto de Algeciras para embarcar todos juntos en el Ferry rumbo a Tanger-Med. Hay que decir que nuestro Panda "Pirata" se encontraba en su salsa Emoticono smile. Durante la navegación, que duraba algo más de dos horas, aprovechamos para entrar en contacto con el roadbook e imaginarnos como serían las primeras etapas y dónde tendríamos que repostar. El roadbook reflejaba la localización de las principales gasolineras y eso ayudaba bastante.

Pero antes de desembarcar había que realizar diversos trámites aduaneros, y a pesar de que se habían organizado oficinas móviles por parte de los marroquíes, se formaron largas colas para ayudar a mantener los nervios incandescentes. No obstante el desembarco fue bastante rápido y tras reagruparnos todos a la salida del puerto comenzó la Etapa 1 sin ningún tipo de briefing.

A los siete u ocho kilómetros de salir, subiendo un mini-puerto por autovía, se nos paró el coche. Esto no era una buena señal. Nos quedaban más de tres mil km por la proa. Toqueteamos todo y no vimos nada raro, así que después de esperar unos minutos volvimos a intentar arrancar el coche, lo cual hizo sin problemas, y consiguió llevarnos hasta el final de la etapa en Boulaajoul. En días siguientes nos volvió a dar problemas, pero por suerte nunca en las etapas de regularidad.

De los 525 km de etapa la gran mayoría transcurrían por autovía y de norte a sur ya que el objetivo de la organización era encontrarnos con el Atlas lo antes posible. Pero también tuvimos ocasión de atravesar arenales, ríos y bosques de cedros. Y por supuesto, de enfrentarnos a nuestra primera etapa de regularidad, que transcurría por la conocida como pista de "las antenas". Al inicio de la etapa de regularidad se juntaban los Pandas que iban llegando e inmediatamente se veían rodeados por niños que como te descuidases te metían la mano por el recoveco más inverosímil. Allí fue secuestrado uno de los pandas de peluche que llevábamos y una sudadera -R.I.P-.

A nosotros nos gustan las cosas bien hechas, así que la etapa de regularidad nos la tomamos es serio, intentando hacerla bien. Aunque en principio las velocidades medias que hay que llevar no son altas, la realidad es que la dificultad del terreno hacen que den sensación de velocidad. Basta decir que mi compañero de aventura acabo ese día con los dos amortiguadores traseros rotos.

Añadían dificultad los que como en cualquier situación de la vida van a su bola y te veías obligado a adelantarles para poder mantener la velocidad media. Y adelantar por aquellos tramos no era nada sencillo.

Tras ganar kilómetros hacía el oeste, alejándonos de las zonas más altas del Atlas, con sus cimas nevadas, llegamos a nuestro campamento. Los campamentos se instalaban en torno a un gran rectángulo que formaban las haimas de restauración. Donde nos daban de cenar, de desayunar y donde al anochecer se encendía una gran fogata. Alrededor de estas haimas se instalaban las duchas y retretes. Y en las proximidades se instalaba el camión de asistencia y los mecánicos. Y la zona destinada a los Pandas. Junto a cada Panda se instalaba la correspondiente tienda de campaña que daría cobijo a piloto y copiloto.

Tras la cena de estilo marroquí y la sobremesa con los compañeros, nos fuimos a dormir para recuperar fuerzas, pero fue complicado. Uno no está acostumbrado a dormir en una tienda de campaña a menos de cero grados ¡qué frío!
La sorpresa del día vino a última hora de la noche. Oscar, mi copiloto, llego a la tienda de campaña y me pregunto sobre la posición en que yo creía que habíamos quedado ese día ... ¡Habíamos quedado segundos!










  











No hay comentarios:

Publicar un comentario